La casa está en silencio, el bebé duerme y las visitas ya se fueron.
Amo a mí bebé pero me siento sola. Quiero ponerme la campera y salir no sé adonde pero quiero ir. Miro a mí bebé y él no puede salir con este frío solo para que yo tome aire.
Pienso: ¿Qué hago? Tengo hambre , tengo sed, quiero ir al baño, quiero dormir y no quiero hacer nada.
Mi bebé se despertó, lo alzo, lo huelo, lo alimento y recuerdo que tengo hambre, tengo sed, quiero ir al baño, quiero dormir y no quiero hacer nada.
Miro a mi bebé y me enamoró, él me calma, me dice que todo vale la pena. Se que el tiempo pasa y esta etapa también pasará. ¿Será mejor o peor? Distinta! Ahora lo miro, lo toco y pienso. Tengo que organizarme, hacer cosas cuando duerme o dormir.
Los días van pasando y ya no sé si es la mañana la tarde o la noche. Solo sé que hay horas en las que necesito un abrazo, momentos donde quiero que me pregunten como estoy y me den un beso. También quiero estar con mi bebé sin que nadie me moleste.
Ya no me reconozco, no sé quién soy o tal vez sí y por eso extraño mi vida anterior pero no quiero cambiar en nada el tener a mi bebé.
Se quedó dormido nuevamente esta vez voy a comer, a tomar agua, ir al baño y después dormir pero en un rato ahora no quiero nada.
Romina Deguer – Puericultora